#SemanaSinsajo: Último día.
««^^»» ♥♥
Hola, mis queridos tributos!♥
Ah.....¿Están listos para esto? Pues el capítulo final ya está aquí.
Y, en mi parecer, yo soy una de las personas que más lamenta haber llegado por fin a esto. Extrañaré hablar con la voz de Katniss....al igual que todos los momentos que pasé escribiendo sobre su vida, de Peeta....¡y todos los comentarios de ustedes!
Quiero decirles que todo esto no hubiera sido posible sin ustedes, porque sin esos ánimos que me dabáis cada vez que me ponían que les gustaba y que querían más.
Miren que a mí me hubiera gustado alargar la historia....pero que lamente que esto acabe no quiere decir que no esté lista para poner punto y final a esta historia.
Creo que que el final, de cualquier cosa, siempre tendrá que ser triste y a la vez feliz: triste por acabar con algo que te gustaba, y feliz por la retrospectiva de que a lo mejor se acerca algo más grande.
Espero que les haya agradado este pequeño viaje que compartimos juntos.
Muchos me han preguntado que si voy a escribir una nueva historia....pero ese tema lo abordaré en otra entrada, porque es muy complicado de explicar....
Por el momento, sólo me queda decirles que disfrutéis el capítulo... Me costó un poco de trabajo porque no sabía qué rayos poner, o cómo acabarlo con un final impresionante....aunque todo nació en el momento en que dije: "qué importa...el chiste es terminar esto por fin"
Lo escribí con todo mi cariño para ustedes.
Ojalá les guste.
:D
Capítulo 48
Ahora que me tienes, ¿qué vas a hacer conmigo?
El día de la boda se podría describir con tantas palabras, pero la única que se me venía a la cabeza cuando llegamos a la casa, con nuestros pies punzando de tanto bailar, y las mejillas entumecidas de tanto sonreír, era: cansado.
Sentía que un tren me había pasado por encima; los párpados me pesaban tanto que me costaba mantenerlos abiertos.
A pesar de todo, esa noche era nuestra noche de bodas, y todo mundo sabe qué pasa en ellas. Se tienen grandes expectativas sobre estas mismas, por ser uno de los momentos cruciales del matrimonio.....aunque Peeta y yo ya habíamos probado de aquella copa desde hace mucho tiempo...
Pero bueno, la magia de la noche no se pierde igual, (o no decidimos perderla), así que dejamos el cansancio que sentíamos en segundo plano.
Al principio, al entrar en nuestra alcoba, nos besábamos con fuerza y tratábamos de deshacernos de la ropa que se interponía entre nosotros.
Recuerdo que Peeta me tumbó en la cama y yo le besé el cuello, dejando una pequeña marca roja sobre su blanca piel. Cuando empecé a desabrocharle los botones de la camisa (su saco yacía arrumbado cerca del inicio de las escaleras) nos encontramos con un problema: un hilo suelto de su corbata se había enredado en uno de los penúltimos botones.
Él se disculpó un momento y fue a cortar el hilo al baño y a quitarse la corbata para volver un segundo después.
Pues resultó que ese segundo fue suficiente, porque cuando volvió yo ya estaba a punto de quedarme dormida.
-Ya vi que estas cansada....
-No...-dije inmediatamente-. Claro que no, qué cosas dices....- pero empecé a bostezar y cerré la boca.
-No te hagas la difícil, yo también lo estoy. Mis pies me están matando....
- Al menos tú no tuviste que soportar unas zapatillas- me quejé, quitándome los zapatos y arrojándolos en un rincón.
-Por favor, Katniss. He visto a Effie con el triple se ese tacón que traes.
-Lo sé, pero es de Effie de quien estamos hablando.
Me giré para hundir mi cara en la almohada y suspirar.
-¿ Y si posponemos esto para otra ocasión?
-¿A qué te refieres con "esto", Katniss?
-Tonto ya sabes a lo que me refiero. Entonces, ¿trato ?
-Está bien, trato- contesta con tranquilidad y a su respuesta se le une un bostezo-Pero la siguiente vez ya no habrá excusas.
-Descuida-murmuré-. Recuerda que oficialmente todas mis noches te pertenecen a ti de ahora en adelante.
Sé que sonrió, aunque no lo pude ver porque mi rostro estaba cubierto por la almohada.
Frotándome la cara, me levanté con lentitud.
-¿Peeta?
-¿Sí?
-¿Puedes quitarme el vestido?
-Katniss, pero creí que habíamos dicho que lo posponíamos para otra noche....-sonrió, burlón.
-No me expresé bien, ¿me ayudas a bajar el cierre para que pueda quitármelo y ponerme el pijama?, ¿eso sí quedó suficientemente claro?- susurré.
-Sí- contestó él, y se paró de la cama para colocarse a mis espaldas.
Yo me sujeté el cabello mientras él bajaba el cierre, con mucha más lentitud de lo que yo esperaba.
Me volví mientras el vestido caía al suelo, entre mis pies.
Me quedé indefensa, en ropa interior, pero sus ojos no se apartaban de mi ojos.
-Un trato es un trato. Aquí está su pijama, señora Mellark- musitó él con una sonrisa. Apartó los ojos de los míos hasta que me puse la playera y después el pantalón.
Ya cambiada, salté a la cama con gusto. Peeta se acercó para arroparme y luego darme un besito inocente en la mejilla.
-Buenas noches, querida esposa.
Esa fue la primera vez que Peeta me dijo esposa a mí. La sensación fue tan bonita que yo no me quise quedar atrás.
Por eso, antes de que se apartara dos centímetros de mí, lo detuve con la mano, y le besé los labios.
-Buenas noches, esposo mío- sonreí.
Fue increíble la rapidez con la que me sumergí en un profundo sueño unos instantes más tarde de aquel beso.
Lo que nos despertó a la mañana siguiente fue el horroroso sonido del teléfono.
Parecían haber pasado sólo 4 segundos después de que hubiera cerrado los ojos. Aún tenía la sensación del beso en mis labios.
Yo ya lo había escuchado sonar desde hace 5 minutos, sin embargo, no quería abrir los ojos por nada del mundo. Enterraba mi cara en la almohada, tratando de apagar el molesto sonido.
-Ya sé que tú también lo has oído- dije de repente.
-Sí....-contestó Peeta, somnoliento, sin abrir los ojos también.
-Vamos, ve a cumplir tu función como esposo y contesta ese maldito teléfono- dije.
Oí cómo Peeta se levantaba.
-Esposo no es lo mismo que esclavo, Katniss- se quejó.
-¿Ah, no?
Por increíble que parezca, me volví a dormir en el tiempo en el que él estuvo fuera de la habitación. Sin embargo sentí cómo se incorporaba a la cama de nuevo, acomodándose entre las sábanas.
-Peeta....-susurré. Me volví hacia su lado y lo sacudí con delicadeza.
-¿Qué...?-dijo con resignación.
-¿Y bien?
-¿Bien de qué?
-¡Lo del teléfono!¿Quién era?
-Ah, eso......Effie, nos invitaba a desayunar con ella, Annie y Johanna en la casa de Haymitch.
-¿A qué hora?
-En media hora.....
-¿Media hora?- pregunté, viendo el segundero del reloj de pared avanzando- ¿Entonces no vamos a ir?
-¿Quién dijo que no?- musitó al volverse hacia mí.
-Es que no nos hemos parado de la cama.
-10 minutos más....-suplicó con un puchero.
Lo pensé con detenimiento unos segundos, hasta que volví a acostarme en la cama y cerrar los ojos.
-Tienes razón.
Cuando tocamos la puerta, Johanna nos abrió y nos miró con una ceja levantada.
-Dijimos desayuno, no cena-reprochó.
Los dos no contestamos, pero sonreímos a modo de disculpa; y no nos salían las palabras, no por que no pudiéramos rebatirlas, si no porque estábamos tratando recuperando el aire; la casa de Haymitch no estaba a más de dos casas de la nuestra y aún así corrimos para no demorarnos un minuto más.
El desayuno especial que preparó Effie fue una pequeña fiesta sólo para personas muy cercanas, así de invitados estaban: Johanna, que fue sola porque su esposo tuvo que ir a comprar los boletos de vuelta al Distrito 7 y se llevó a su hijo consigo; Annie, con Finn, por su puesto; Effie, pues fue ella la que organizó todo, y Haymitch, aunque no se le veía muy feliz por poner su casa como centro de reuniones. Mi madre hubiera venido, si no se hubiera ido desde muy temprano al 4.
Nos sentamos todos a la mesa, resumiendo los hechos divertidos, interesantes y hermosos del día anterior, riéndonos en algunos momentos, y suspirando en otros.
Después de terminar de comer y recoger la mesa, por alguna extraña razón Annie y Johanna se pararon al unísono y me pidieron que las acompañara a la cocina, mientras que los demás se encontraban el la mesa. Yo, extrañada, le lancé una mirada desconcertante a Peeta, que se encogió ligeramente de hombros y me soltó la mano que tenía ceñida bajo la mesa. Ya estando en la cocina, nos pusimos a lavar platos y a guardarlos en la alacena. Mientras hacíamos esto, ambas me preguntaron:
-¿Cómo les fue, Katniss?
-¿De qué?- pregunté.
-¿Qué tal la noche de bodas?- me aclaró Johanna.
-Ahh.....eso. Pues.....bien- respondí, enjuagando un plato bajo el chorro de agua.
-¿Sólo bien?- siguió ella.
-Tan bien que no nos podíamos levantar de la cama- se me ocurrió decir.
Les sonreí.
Prácticamente, no mentía.
Para la luna de miel, no fuimos a un lugar específico.
De hecho, Effie, en un intento de broma, nos propuso que hiciéramos nuestra propia "Gira de la Victoria", pero al final esa idea nos gustó tanto que decidimos adoptarla.
No pasábamos tanto tiempo en un sólo lugar. Un día se nos podía ver en el Distrito 4, disfrutando del sol y la playa....y al pasar otros dos, se nos veía jugando en la nieve del Distrito 2.....
Incluso pasamos por el Capitolio; aunque al principio se nos había hecho mala idea, al final decidimos enfrentarnos a nuestras pesadillas, pues sólo nos atormentaban cuando dormíamos, no en la vida real.
Fue más agradable de lo que pensé. Conocer esa gigante ciudad como lo es ahora no es tan devastador como lo era hace unos años.
Pero uno siempre tiene que volver a casa, y no estuve más satisfecha que cuando pisé de nuevo el suelo de la estación del Distrito 12.
Los primeros días después de nuestra llegada fueron fantásticos.
Nos mudamos a mi casa, y por ende nos la pasamos empacando cosas de Peeta; era divertido encontrar recuerdos que databan de nuestras aventuras en estos últimos años, como los guantes que yo había quemado un poco cuando traté de hornear un pastel, o unas de mis botas en las cuales Peeta había derramado pintura por accidente un día que jugamos en el estudio.....
También acordamos darle a nuestra casa (por que ya no era mía, si no de los dos) un aspecto diferente, pues era tiempo de dejar todo lo de nuestro pasado atrás.
Ahora había que estar centrados en nuestro futuro. Uno que compartiríamos los dos de ahora en adelante.
Pintamos las paredes de colores cálidos, cambiamos los muebles y tiramos un montón de cosas que sólo traían malos recuerdos.
Esto era una nueva vida. Volveríamos a comenzar de nuevo....
A renacer.
Me gustaba cómo se oía mi nombre junto al sonido de su apellido.
Prácticamente, en una actitud de burla, Peeta usaba la palabra "esposa"para cualquier cosa que tuviera relación con mi nombre. Pero un calorcito me llenaba el pecho cada vez que lo hacía, que no podía evitar sonreír, aunque sea ligeramente.
Extrañamente, me parecía música para mis oídos.
Quizá era la fiebre de casarse. Esa de la que nos advirtió Effie en donde las primeras semanas todo es miel sobre hojuelas.
Creo que cuando nuestra antigua acompañante del capitolio nos dijo eso, se refería más a Peeta que a mí. Él fue el que, desde un principio, cuando empezamos a planear la boda, se le veía tan entusiasmado, como niño esperando a abrir los regalos de navidad.
Mientras que yo me dedicaba a asentir cada vez que me preguntaban algo y a sonreír cuando lo correspondía.
Hubo una etapa en la que me puse en desacuerdo con Effie con casi todo lo relacionado con los preparativos: el vestido, las flores, la fiesta......
-¡Katniss!¡Hasta parece que no te quieres casar!-me gritó una vez, indignada, cuando rechacé su propuesta de un vestido con una de esas colas largas, lleno de flores blancas en las orillas (reales) y un velo con una especie de corona (nido) al estilo madre naturaleza. En ese entonces, todavía no pasaba la primavera, y esa era la nueva tendencia de moda en el Capitolio.
-Me gusta mucho la naturaleza, pero quiero verme como una novia, no como un árbol- solté, cruzándome de brazos.
Estuvimos enojadas una con la otra hasta que Haymitch y Peeta intervinieron y nos hicieron (obligaron) a disculparnos.
Después de aquella pequeña pelea, Effie se acató a mis sugerencias de que todo fuera un poco más sencillo, aunque a regañadientes. Sin embargo, con Peeta nunca pasó por ningún problema, que con él acordaba los planes y ya después lo mandaba a que me los dijera a mí; buena estrategia por su parte: se me hace más difícil decirle que no a mi chico del pan que a cualquier otra persona.
Aunque debo de aceptar en que ella tenía razón sobre lo melosos y dulces que iban a ser los primeros momentos del matrimonio. Y fue sorpresa para todos (incluso para mí) que Peeta no fuera el único atrapado dentro de este remolino, si no también yo.
Como dije antes, disfrutaba tanto que cada mañana él me diera un beso en la mejilla y me dijera: "Buenos días, señora Mellark". Las veces en que yo me levantaba primero, me inclinaba con entusiasmo para clavar un beso sobre su suave piel. Y cómo no, después en sus labios.
Todo mundo estaba extrañado con mi actitud, que cuando me veían, hacían como que me tomaban la temperatura para ver si no estaba enferma. Una vez Haymitch hizo esto, a lo que yo contesté:" Sí, sí estoy enferma, pero de felicidad" y luego sonreí. Él me miró con gravedad y luego volvió la vista hacia Effie para decir: Es muy tarde, la hemos perdimos.
Pero ninguna broma o comentario de mis conocidos me hizo perder los ánimos que me entregaron aquellos días de felicidad. Me permití el lujo de verme ridículamente enamorada porque toda mi vida me la pasé reprimiendo el deseo de serlo.
Esto me llevó a pensar en cómo las personas cambian con el pasar de los años, como las actitudes que eran un escudo en tu pasado, ahora son sólo sombras en tu futuro. Mas que nada, me pongo a reflexionar sobre esto porque me pregunto por qué y en qué he cambiado yo.
Hay veces en que decido detenerme y mirar el pasado. Se supone que cuando veo a la chica de 16 años debería estar viendo mi propio reflejo (sólo que con unos años menos, claro). Como un espejo. Y sin embargo no se siente así. Es como si viera otra persona diferente cuando la comparo conmigo.
Me gusta lo que soy ahora. Aunque eso no significa que odiaba lo que era antes.
Pero, cuando veo los ojos de aquella pequeña Katniss Everdeen, aparte de su valentía, descubro algo que sólo el más observador podría notar: miedo. (y nadie que me conozca tan bien como yo misma)
Y creo que esa es la mejor parte del hoy, del presente: ya no tengo miedo.
Quizás las pesadillas vuelvan cada noche, pero me esfuerzo en no temerles nunca más.
Era una noche fría.
Sin embargo, en la casa reinaba un calor reconfortante.
Peeta y yo estábamos sentados en el estudio, admirando la casa que entre los dos habíamos reconstruido.
Las tazas de chocolate caliente humeaban a un lado nuestro y el fuego de la chimenea ardía dentro de ella, convirtiendo la madera en cenizas.
Ya era una tradición hacer esto cada vez más seguido, incluso porque estaba muy cerca el invierno.
Teníamos las manos entrelazadas. En cada una se podían admirar los destellos dorados de nuestros anillos.
-Desde hace mucho que no tenía una sensación agradable de estar en casa, de sentirlo como un hogar....-murmuré, tomando un poco de chocolate.
-¿Por qué?- me preguntó.
-Porque, desde que mi padre murió, siempre reinó un poco de depresión en mi familia, y esa antigua casa de la Veta nos traía recuerdos de ello; luego, cuando me dieron esta casa por ganar los juegos....la detestaba, porque sabía el precio que nos había costado esa vida de lujos que llevábamos.....
-Dime una ocasión en la que te sentiste igual que ahorita- me pidió, mirándome a los ojos y acariciándome la mejilla.
-Mmm....-musité, pensativa-, creo que ya la tengo: fue la noche en la que mi padre me llevó por primera vez al bosque. Ese día llegué tan emocionada a pesar de haberme ido con mucho miedo. Por suerte, habíamos encontrado unas buenas presas y además era temporada de fresas, así que traíamos muchas. Mi madre preparó una cena realmente rica con todo lo que habíamos traído mi padre y yo, y, después de comer, nos sentamos en la pequeña sala. Él cantaba con Prim en el regazo, ella lo veía con atención dibujada en sus ojitos azules. Yo me hallaba atrapada en los brazos de mi madre, que sonreía.....En mi mente repetía la letra de la canción, pues era mi padre me la había enseñado esa misma tarde, cuando me contó la historia de esas avecillas llamadas sinsajos....Esa fue una ocasión.
Volví mis ojos a Peeta, porque ya llevaba algún tiempo perdida en la nada.
Él me veía con compasión, pero también con algo de preocupación.....me acarició el pelo y su mano ya estaba preparada para limpiar cualquier lágrima que derramaran mis ojos.
Me reí, aunque bajo.
-Peeta, no voy a empezar a llorar....-susurré, aunque no podía negar que sí tenía un picor en los ojos que traté de alejar parpadeando.
-Lo siento. Es la costumbre- se disculpó-. Pero es que siempre que hablas de tu hermana....bueno, tú, ya sabes....
-No, esta vez no.....ya lloré lo suficiente, no voy a arruinar este momento de felicidad.
-Qué rápido has crecido, mi Katniss...-dijo, tomándome de la barbilla y dejando un rápido beso en mis labios.
-Tú me has ayudado a hacerlo....eres como el agua de lluvia que ayuda a crecer a la planta para mí.
-Bueno, gracias por compararme con un líquido, me siento más halagado- río.
Lo abracé, y coloqué mi cabeza sobre su pecho.
-¿Es que tú nunca dejarás de hacer bromas?
-No si esas te hacen sonreír.
Mi mano se deslizaba por la tela de su suéter, con suavidad. Estuvimos así un rato, antes de que él se levantara.
-¿A dónde vas?- le pregunté.
-Voy rápido a la cocina, espera- respondió antes de salir de la sala.
No tardó más de 2 minutos. Cuando regresó, me encontró mirando pensativa el fuego.
-¿En qué piensas?-me preguntó a mis espaldas.
-En nada...es sólo que el fuego me trae muchos recuerdos- más malos que buenos, pero eso no lo dije-, y tú ¿a qué fuiste a la cocina?
-Ah, a traer esto- contestó, sentándose junto a mí de nuevo.
Traía una bandejita con un pedazo de pan.
Antes de que le preguntara de qué trataba todo eso.....Peeta me empezó a explicar, y yo supe inmediatamente a lo que se refería.
-No sé si recuerdas que hace muchos años había una tradición en el Distrito 12 de tostar un pedazo de pan y compartirlo para sentirse realmente casado. Con tanto alboroto por la boda, se me había olvidado por completo....hasta ahora.
-Sí, a mí también me pasó inadvertido- sonreí-. Y sí lo recuerdo. Mis padres hicieron eso cuando se casaron. Pero, Peeta, no sé si te das cuenta de algo....
-¿De qué?
-Pues, si se trata de quemar un pan y compartirlo, entonces tú y yo llevamos casados desde los 11 años...-reí.
Peeta río al recordar que él me tiró ese pan cuando yo estaba tumbada en el manzano de la panadería muriéndome de hambre, desesperada por un poco de comida.
-Bueno....de hecho, lo hice con esa intención, para hacerme la ilusión de que eras mi chica....-bromeó, y me besó en el cachete.
Ambos nos arrodillamos en el suelo, frente a la chimenea, y tostamos el pan.
Luego Peeta me extendió el pedazo, ahora un poco carbonizado.
Yo lo tomé de un costado. Sentía el calor a través de mis dedos. Igual que ese pan debajo de la lluvia....
Casi como una sola mente, los dos partimos en pan a la mitad, y cruzamos los brazos para que el comiera de mi pedazo y yo del suyo.
Sonreímos al acabar el último bocado.
-Tienes un poco de migajas aquí...-musitó Peeta tocando el linde de mis labios, con la boca un poco llena.
-Quítamelas...-susurré, sabiendo ya qué insinuaba.
-Está bien- sonrió y se acercó para besarme.
-¿Sabes? Este juego es muy tonto...-repliqué, con una sonrisa, cuando se separó de mí.
-Lo sé, pero es nuestro juego. Además, hemos jugado peores juegos.....-se encogió de hombros.
A pesar de que su frase no fue algo tan importante, se me quedó rondando mucho tiempo en la cabeza.
"Siempre habrá juegos mucho peores"
Por fin el fuego había comenzado a ceder, y las llamas poco a poco se fueron apagando.
Peeta y yo observamos la lenta muerte de la fogata, pero aún así no decidimos irnos a la cama después de ya no escuchar su crepitar más.
Era ya muy tarde, tanto como para poder empezar a sentir el peso del sueño sobre mis párpados.
Sin embargo, éste no estaba allí, porque el tiempo no corría cuando estaba con él.
Cuando miraba sus ojos.
Me acomodé entre sus brazos, pues eran el único lugar en donde realmente me sentía bien.
Tomé una respiración profunda, pensando repentinamente en todo y a la vez en nada.
Parece increíble que alguna vez en la vida, nosotros dos no fuimos más que simples desconocidos. Que nos odiamos en algún momento, o nos necesitamos en otro. Que nos perdimos el uno al otro, y aún así nos volvimos a encontrar de nuevo.
Parece increíble que por esta vez en nuestras vidas, ahora estamos sentados, esperando la llegada del alba, sin movernos porque creemos que si lo hacemos este hermoso sueño se evaporará en el aire.
Pero sonrío un poco y me abrazó más de Peeta, porque lo mejor de todo, es que por primera vez me gusta la realidad en donde vivo.
Mi mano acaricia la suya.
-Gracias por estar aquí- murmuró, con cariño en la voz.
Al parecer lo dije muy bajo, porque él no me contestó.
Cerré por un momento los ojos, disfrutando del calor de su cuerpo.
Tal vez me hubiera quedado dormida....si algo no me hubiera interrumpido.
Peeta me besó en la coronilla de la cabeza, y eso hizo que abriera mis ojos y me separara un poco de él para mirarlo de frente. Sonreí al ver sus preciosos ojos azules, y mi mano instintivamente acarició su mejilla.
-¿Katniss?-susurró él.
-¿Mmm?-dije.
-Ahora que me tienes, ¿qué vas a hacer conmigo?
Reí ante la insinuación del recuerdo.
¿Cuál fue mi respuesta la primera vez que me lo preguntó? Ah, si......:
-Ponerte en algún sitio en el que no puedan hacerte daño- sonreí-. Aunque no va a ser difícil. Ya nadie nos puede hacer daño nunca más.
Me incliné para besarlo, porque tenía necesidad de sentir ese calor que me recorre el cuerpo cada vez que lo hago.
Ese calor que sentí por primera vez cuando lo besé en la cueva....
Peeta apoyó su frente en mi sien. Podía sentir sus pestañas rozándome la piel. Sus ojos se reflejaban en los míos.....
Entonces, se detuvo el mundo cuando susurró:
-Nadie nunca más, mi amor.
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Bien, tributos, eso sería todo de mi parte.
Ahora les pregunto: ¿qué les pareció este último capítulo?
Espero que les haya gustado.
No esperéis un segundo más comentarme todo lo que quieras!! Yo ansiosa aguardo a sus comentarios!
Saben que los quiero un muchototote! Les deseo que la suerte esté siempre de vuestro lado, además de muchos besos y saludos, tributos míos!♥
Se despide....
Con Cariño♥
Vuestra Escritora♥
Meena ♥