sábado, 12 de julio de 2014

Capítulo 42♥

Holaaaaaaaa, queridos azucarillos!
¿Ustedes ya están de vacaciones? Si es así, ¡Qué bueno espero que las disfruten! Y si no es así....¡Todo acabará muy pronto, no te preocupes!
Yo sé que habéis extrañado los capítulos (lo he visto en sus mensajes de amor-odio que me mandan) 
Bueno, pues dejen de sufrir porque os traigo ¡El Capítulo 42!
Y, espero que para los que esperaban a que pasara.......algo, estén satisfechos! ¡Saben que hago lo que sea por cumplirles sus deseos, queridos lectores! *Excepto el de subir temprano, claro, jaja*
Ahora ya no tengo pretexto de la escuela, así que si no subo capítulo, os doy permiso de lincharme! :D
Por último: espero que le guste el capítulo. Hubo un poco de complicaciones en escribir....ya saben, la escena de amor porque no sabía cómo explicarlo exactamente. Hice lo mejor que pude, ojalá con eso alcance! 
Disfruten la lectura ¡Y NO OLVIDÉIS COMENTAR!!









Capítulo 42: Una primera y una última vez.








Ninguna respuesta me habría hecho más feliz: él sonrió y me cargó con una facilidad que me hizo reír. Entonces no hizo falta decir sí. Sólo una mirada, y, a continuación, un beso.
A lo lejos se seguía oyendo el ruido del agua. Casi me imaginaba a las gotas cayendo en los pequeños charcos y generando ondas en el agua. 
En cierto modo, comparé eso conmigo: un pequeña sensación, un pequeño beso así que todo se hiciera más grande. Los deseos, los latidos, y el amor.
Todo de repente se convirtió en una carrera de obstáculos. Peeta hacía lo que podía para esquivar las cosas que estaban en el suelo, pero en algunas veces falló. Al parecer, en nuestra ida al segundo piso, tiramos como 2 cosas y chocamos contra la puerta del estudio; sin mencionar que casi pisamos a Buttercup.
Siempre pensé que cuando pasarían estas cosas, todo sería perfecto, sin margen de errores. Me reí al darme cuenta de que no era así y que en realidad eramos lo demasiado descuidados como para seguir avanzando a ciegas. Pero, una vez más, los golpes y tropiezos parecían una minoría comparado con los besos de Peeta Mellark.
Para colmo, al estar subiendo la escalera, tropezamos y caímos, sin dañarnos, al suelo. Me aferré con fuerza al cuello de Peeta por el susto, quedé encima de él, apretando la cara en la curva de su cuello.
-¿Te lastimaste?-pregunté, pero en seguida la seriedad de la pregunta fue sustituida por una risa venida de mi garganta.
-No lo creo- contestó con una carcajada- ¿y tú?- negué con la cabeza, riéndome.
Eso nos dio una oportunidad para descansar un rato y tomar un poco de aire.
-A este paso, terminaremos tirando todo lo que hay en la casa.
-Hay desastres los cuales valen la pena limpiar.
Volvimos a reírnos.
-Podría quedarme aquí sin ningún problema- musitó Peeta, besándome el cuello. Me reí silenciosamente.
-Por favor ¿no estás ni un poquito incómodo?- pregunté, señalando el microscópico espacio que compartíamos.
-Eso me mantiene más cerca de ti, ¿me equivoco?
-Buen punto- murmuré sonriendo antes de recibir su beso.
Sus manos pasaron por mi espalda, mientras yo recorría su cuello.
-Creo que yo sí estoy incómoda- murmuré, sin dar señales de lo que respectaba a mi opinión al besar su mejilla.
-¡Imagínate yo! Estás quitándome el aire, Katniss- me besó de nuevo.
-No...-sonreí un poco al separarme de sus labios a penas un centímetro-, espera, deberías pararnos-sugerí.
-Sí. Deberíamos. O......- y entonces retomó el beso con más fiereza que la anterior. Algo pareció explotar dentro de mí, repartiendo una sensación increíble en mi sangre para que ésta me recorriera de pies a cabeza.
Pasó un minuto hasta que pude abrir la boca para decir:
-Vamos, aún nos falta un tramo por recorrer.
Esta vez no dejé que me cargara, sin embargo entrelacé mis dedos con los suyos y lo pegué lo más que pude a mí.
Cuando abrí la puerta, la empujé con fuerza que  me recordó tanto a la noche anterior.....pero la diferencia entre el ayer y el hoy era que la razón no era más que las ansias, y no la rabia.
Desde ahí, no hubo demasiados momentos en los que nuestras bocas estuvieran separadas.
Sentí la tela de la playera de Peeta entre mis dedos, y no dudé ni un segundo en deshacerme de ella para tocar sólo su piel. Él pasó lo mismo con mi blusa. Era la misma de tirantes que usaba como pijama y que traía puesta el día en el que Johanna Mason tocó a nuestra puerta. Pero esta vez no habría nadie llamando al timbre.....
No habría interrupciones.
Vamos, Katniss, sabías que esto pasaría de todos modos.
Y sí, lo sabía. Y no sólo lo sabía: lo quería. Lo deseaba.
Me quedé en top solamente, y un nudo creciente se empezaba a alojar en mi estómago. Traté de alejar la sensación y concentrarme en las caricias del chico del pan. Hubiera funcionado del todo cuando sentí sus manos bajar a mi pantalón.
Me separé un poco, con un rubor notable en mis mejillas, mirándolo a los ojos, jadeando por la repentina pérdida de aire.
-¿Todo bien?-me preguntó.
No respondí. Al verlo sólo quería volverlo a tener en mis brazos....entonces, ¿por qué no lo hacía?
-Katniss...-me acarició la mejilla-, si quieres parar, lo entiendo....
Sabía que a pesar de la pequeña decepción que se oía en esas palabras, Peeta siempre haría lo que sea para que yo me sintiera bien....
-¡No! Claro que no.....es que yo.....estoy un poco....amm,¿nerviosa?-balbuceé torpemente-. Tú sabes bien que yo siempre he puesto barreras....ahh....más que nada, para protegerme a mi misma de poder salir lastimada....y hace unos años no quería pasar por esto nunca......si había la posibilidad de evitarlo, mejor. Pero,¡mírame!....Tú me has hecho cambiar de una manera definitiva ya que ahora te quiero a ti, más que todo lo que siempre he querido.........Pero, entiéndeme, a pesar de esa coraza que me construí a lo largo de mi vida, sigo siendo débil, frágil e insegura. Y ahora....estás a punto de verme como nunca nadie lo ha hecho y yo.......
-Katniss....
-Perdona si te aburrí con esto pero....
-Katniss- repitió-. Tú no eres la única. Yo también soy inseguro, siempre pienso que todo puede salir mal, y no puede haber muchas cosas de las que no me arrepienta............Aunque hay una sola de la cual estoy seguro: que te amo. No me arrepiento de eso, y no me gustaría olvidarlo de nuevo...... Y, ahora mismo pienso que estar contigo y oír todo eso de ti me parece increíble. Porque eres una gran mujer, y tenerte de cualquier manera es un privilegio que sé que no puede tener cualquiera..........Merecerte a ti es un privilegio.
Por alguna razón ridícula, sus palabras removieron algo profundo en mi pecho, tanto que quería soltar lágrimas ahí mismo y decirle que no se atreviera a dejarme ni un segundo sola.
Para mitigar el escozor de las lágrimas que empañaban mis ojos, pero que aún no habían sido derramadas, los cerré y besé sus labios con delicadeza.
Y ese beso desencadenó una serie de hecho mágicos y maravillosos. Por que fue como si nunca hubiera besado a Peeta hasta ese beso, como si nunca hubiera probado de él hasta ese momento, y como si nunca lo hubiera amado tanto hasta esa noche.






Podía sentir el calor de su aliento contra mi rostro, al igual que el calor de su piel.
Podía percibir sus latidos con mi pecho, tan relajantes como ninguna otra cosa.
Podía sentir cada toque de su piel en la mía. Era como si miles de fuegos estallaran cuando sus caricias pasaban por cualquier parte de mi cuerpo
Y pensé en hace algunos años, cuando vestí por primera vez ese vestido tan lindo que al girar me hacía parecer que las llamas me rodeaban.
Si hubiera estado ardiendo de verdad, creo que se hubiera parecido a esto.








El cansancio era plomo en mis párpados, tratándome de cerrar los ojos. Pero me obligaba a mantenerme despierta.

Mis dedos acariciaban el pecho de Peeta, cerca de donde se encontraba mi rostro recargado. Él ya se había dormido hace algunas horas. Cada vez que respiraba yo me movía con él.
Mis labios tocaban su piel ligeramente y alcanzaba a oler ese maravilloso olor de canela y eneldo bajo mi nariz.
Entonces me puse a pensar en todo lo sucedido esa noche.
Todavía sentía los nervios a flor de piel. Los besos a nunca acabar y su voz, susurrándome al oído. Mis manos sujetando su cabello y la calidez de su piel, tan presente como nunca.
Y si había llegado a pensar de que ya había experimentado todo tipo de sentimientos: desde el amor hasta el odio, entonces estaba muy equivocada.
Esto era algo nuevo. Un descubrimiento único y sorprendente. Grato. Placentero. Agradable.
Hubiera sonreído, aunque, en medio de la oscuridad, la realidad me volvió a golpear tan fuerte, que no me pude mover por un largo tiempo.
Todo esto se acabaría pronto. Peeta tendría que ir al Capitolio, y toda mi nostalgia se quedaría justo aquí , conmigo.
Lo abracé mucho más. Con él a un lado, la oscuridad perdía su espeluznante apariencia para resultar reconfortante.
Y, al igual que me obligué a mantenerme despierta, me obligué a no llorar. Tomé aire profundamente y me limpié una pequeña gota de agua salada con mi mano.
-¿Qué sucede?- oí su voz, soñolienta.
-Nada- dije lo que me había estado repitiendo si me hacía esa pregunta-. Sólo me preguntaba por qué tus labios están tan lejos de los míos- fingí una mínima sonrisa.
Peeta sonrió, y entreabrió los ojos un poco.
-Ven aquí.
Me acerqué y me dio un beso de piquito antes de acomodarme de nuevo.
Por fin, el sueño me derrotó.







En un comienzo.....todo pareció ir en cámara lenta desde que desperté aquella mañana.
Un periodo en el que todo era perfecto. Salíamos al bosque cada mañana y visitábamos las prímulas un cada tanto; nadábamos en el lago o intentábamos cazar con el pretexto de tener una cosa para cenar; a veces, cuando regresábamos muy tarde, nos volvíamos un rato para mirar el sol ocultarse a nuestras espaldas.
Estuvimos acomodando los últimos detalles que faltaban de la panadería de Peeta y horneamos algunas galletas y pasteles en el horno que llevamos al local.
Siguió lloviendo durante esos días, pero el frío era la excusa perfecta para beber té por las noches, sentados en el sillón del estudio, arropados en una manta.
Era oficialmente declarada una tradición.
Sin mencionar las risas ni los besos que compartimos en ese lapso de tiempo......no había preocupaciones de por medio.
Aunque todo final tiene su comienzo. Y el final de los días perfectos fue una llamada.
Peeta tenía que irse dentro de 3 días.
Desde ese momento todo pasó fugazmente, sin ocasión de dejarte respirar. Y es lo que pasa cuando tú no quieres que llegue algo, lo que hace que todo pase más rápido. Sin pausa, ni esperas.
Lo ayudé a empacar tomando la ropa con más fuerza de la que debía, poniéndola en la maleta como si me costara dejarla allí, pero terminé siendo derrumbada en la cama debajo de un mar de caricias y abrazos, lo que me dio una razón para sonreír de verdad.
Eso causó que por la mañana tuviéramos demasiada prisa por acabar todo para llegar a la estación a tiempo. Sin embargo, logramos llegar 10 minutos antes de que el tren partiera.
Aún era muy temprano, pues el cielo empezaba a aclararse, y las gotas de la llovizna de la noche caían en el suelo.
Ya estando allí, Peeta fue a dejar las maletas mientras yo lo esperaba en una de las bancas que se hallaban cerca de los andenes. Metí las manos en las bolsas de mi abrigo y crucé mis piernas. Movía un poco el pie y miraba las botas cafés que traía puestas. Hubo un momento en el que me paré y comencé a dar unos pasos para tomar profundos respiros. En ese instante una mano se posó en mi hombro y el calor de unos labios tocaron mi fría mejilla.
-Hey- dijo Peeta. Me volví para verlo. Mis ojos recorrían su rostro, un poco sonrojado por, en mi parecer, la mañana más fría de octubre. Me abracé al él con fuerza.
-¿Podríamos fingir que esto no es una despedida, por favor?- susurré.
-Podríamos- respondió-, pero aunque lo hagamos.....es una despedida- me acarició la cabeza con la mano izquierda mientras que la derecha estaba en mi espalda-. Ademas, te comportas como si no fuera a volver. Te repito: estaré aquí en 10 días. Volveré.
-Mas bien me estás amenazando,¿verdad?- reí aunque el escozor de mi ojos quería delatar mi estado de ánimo.
Peeta sonrió antes de acercarse lo suficiente a mi cara para casi besarme.
-Katniss Everdeen- dijo bajando los ojos a los míos-, amo tanto tus bromas tontas.......
-¡Oye!
-.....tanto como amo todo lo que venga de ti- sonrió, acabando la frase.
Volví a besarlo, y esta vez me cercioré de tomarme mi tiempo para disfrutar sus labios.
-¿Me extrañarás?¿Real o no real?- murmuró.
-Real. Y mucho. Te amo. Ahora, corre- le dije, separándome rápidamente al oír el silbato del tren, preparado para marcharse.
Él asintió. Me abrazó por última vez y luego se dirigió a la puerta del tren.
Pero solo caminó dos pasos antes de volverse de nuevo hacia mí y decirme:
-Por cierto, ya leí tu carta. Recibirás una contestación......muy pronto- me besó y ahora sí, corrió para encaramarse al tren.
Ver a Peeta detrás de la ventana me hizo recordar al chico que vi con la cabeza cabizbaja hace algunos meses, con la tristeza en la mirada. Pero este chico es todo lo contrario al de antes: sonríe, me dice adiós con la mano y me manda un beso.
Yo me río antes de mandarle un beso también y despedirme con la mano haciéndole un gesto con ella que indica que me llame.
Lo último que veo es la forma en que el sonríe aún más y mueve la boca, de seguro, riendo.
Cuando el tren ya se ha ido, deseo con todas mis fuerzas haber podido escuchar esa última risa.




No tenía sentido quedarme un minuto más. Le di vuelta a mis pies y me apresuré a salir del lugar. Al parecer, me sorprendió sentirme tranquila, sin ningún sentimiento atacándome.
Al estar lejos de la estación, decidí irme por el bosque hasta salir cerca de la Aldea de los Vencedores en lugar del sendero habitual que cruza el distrito. Sabía que ir por el bosque sería más lento, pero no me importó, quería tomar un poco de aire fresco y disfrutar de él.
Todo siguió bien. Ahora el sol cubría algunas hojas, dándole un color más vivo y brillante. No me alejé mucho de la zona donde antes se encontraba la valla que cercaba al Distrito 12, zigzagueaba entre los árboles con facilidad.
Después de una hora llegué a mi casa, Abrí la puerta y colgué el abrigo en el perchero junto a esta. Me sentía tan cansada por haberme despertado temprano que subí al cuarto y me acosté en la cama.
Pero eso fue mala idea.
Porque al estar tendida, viendo al techo, con el sutil aroma de canela y eneldo impregnado en las sábanas, y estirando mis brazos, como si me esperara encontrar de pronto la forma de su cuerpo, la nostalgia me aplastó hasta sacarme las lágrimas.












¡Y....para rematar....os dejo esta canción!













Pues allí está, dientes de león.
Entonces, díganme: ¿les gustó?¿lo amaron?¿Sí?¿No?
¡Cuéntenme qué les pareció!
Bueno, tengo que irme. ¡Que os vaya genial en sus vacaciones!¡Feliz Verano!
Y, prometo no tardarme en publicar el siguiente.
Os quiero. Nos veremos pronto.v
Chao.



                                                      Con Cariño♥

                                                  Vuestra Escritora♥
                                                                          Meena♥







5 comentarios:

  1. Hermoso Meena! Como siempre :) Me encanta... y ahora que va a pasar? La historia está terminando? Tendrán un nuevo obstáculo que superar estos dos? Ya quiero el otro capítulo! No te tardes por favor, todos los días reviso el Blog en busca de tu nuevo capítulo, ja ja. Un abrazo!

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  2. Graciasssssssssssssss me encantooooooooooooo. saludos desde Colombia.

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  3. ¿Y cuándo le da Peeta el anillo, la gente desea boda?

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  4. Guauuu Meena! Te has superado:) Ha sido un capítulo muy dulce, espero que la historia no acabe y que nos tengas algunos días y días más disfrutando con tu historia:) Quiero que Peeta vuelva ya... es que es tan tan tan tan dulceee... Espero el siguiente pronto!
    Muchos besos^^

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  5. Si quieres llega al capitulo 100 Porque quiero que esta historia nunca acabe

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